La casualidad hace que el tiempo decida que dos personas se unan en un punto determinado a una hora concreta, que giren sus cabezas en el momento adecuado para que sus miradas se entrelacen creando una conexión increiblemente perfecta. En este preciso instante dos corazones se aceleran simultáneamente, unas mariposas comienzan a revolotear en un par de estómagos encogidos y dos esbozos de sonrisa se aprecian en las caras de dos bobos que no se atreven a pronunciar lo obvio...
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